#Bahiensidades | 🏛 La universidad que se pensó hace 1 siglo y no es una más
Grandes historias de Bahía Blanca.
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Por Diego Kenis
Colaborador de 8000
Para el cierre de 1924, hace 100 años, el entusiasmo se había apagado. Del invierno al verano, el contraste emerge. Notorio. Casi al tacto, en los archivos que custodian los subsuelos de la Biblioteca Rivadavia.
Los diarios bahienses de aquel diciembre informaban sobre prórrogas de presupuestos públicos y ley de Alquileres. Todavía resonaban ecos de los Juegos Olímpicos de París.
Hay cosas en que -parece- todo está como era entonces.
Las sábanas de papel solían publicitar también grandes oportunidades, con 2 libras esterlinas de zanahoria. Déjà vu retroactivo.
🥊 Un siglo antes de las apuestas online sobre incidencias mínimas del deporte, El Censor invitaba a jugarse por el momento exacto de un nocaut.
🗞 Bahía tenía entonces otros 2 diarios: La Nueva Provincia y El Atlántico. La principal preocupación: nuestro puerto crecía en actividad, pero no era oficial.
De una ilusión, ya herida, sólo había noticias por la ausencia de menciones. En Capital estaba terminando el periodo de sesiones ordinarias del Congreso de la Nación y el año se iba sin novedades sobre el anuncio que había llenado de expectativa a Bahía Blanca: el miércoles 2 de julio de 1924 la ciudad supo que el diputado nacional Mario Guido presentaría formalmente un proyecto de ley para crear una universidad con sede acá.
Esa fue la primera iniciativa formal de lo que hoy es nuestra Universidad Nacional del Sur.
Por aquel entonces, Miguel López Francés no había cumplido 10 años. Entretenido en la infancia, seguramente ni soñaba aún con ser abogado; mucho menos, ministro provincial y rector inaugural de la primera institución de educación superior que su Bahía natal logró sostener en el tiempo: el Instituto Tecnológico del Sur, la base de la UNS actual.
Hace 1 siglo, la reforma que democratizó el gobierno y la enseñanza en las universidades tenía apenas 6 años.
🏛 El estallido estudiantil de 1918, con epicentro en Córdoba, logró incluir al sector en el cogobierno universitario y consagró la libertad de cátedra.
En 1924 todavía faltaban 6 años para el primer golpe de Estado: fue en 1930, cuando los militares terminaron con el segundo gobierno de Hipólito Yrigoyen.
Promediando la tercera década del siglo cambalache, Juan Domingo Perón ascendía a capitán y Pedro Eugenio Aramburu era subteniente: 2 de los grados más bajos entre los oficiales del Ejército.
Transitaba su presidencia el radical Marcelo Torcuato de Alvear, segundo mandatario electo tras la ley Sáenz Peña de voto universal (masculino), secreto y obligatorio.
Alrededor de Bahía Blanca no había provincias: La Pampa, Río Negro y Neuquén eran aún “territorios nacionales” sin gobierno propio.
Nuestra ciudad tenía unos 70.000 habitantes, alrededor de 14.000 estudiantes y desde la primera década del siglo era la virtual cabecera educativa de la región, por tener sus 3 primeras instituciones de nivel secundario: el Colegio Nacional, la Escuela Normal Mixta y la Escuela Nacional de Comercio.
Resultaba lógico que la comunidad local aspirara a una universidad propia, evitando la diáspora de jóvenes que cada año partían a Córdoba, Buenos Aires o, sobre todo, La Plata.
Nacido en Buenos Aires en 1884, abogado y catedrático, como muchos de sus colegas Mario Guido se vino a una Bahía que contaba con flamantes tribunales. Acá presidió en varios períodos el comité de la Unión Cívica Radical. Fueron tiempos de ásperas disputas internas, que estudió la fallecida investigadora bahiense Laura Llull.
👀 La división se generaba entre yrigoyenistas y antipersonalistas, que cuestionaban el liderazgo del “Peludo”, el gran referente político de la época. Para 1924, Guido se enrolaba en el segundo grupo.
🧐 Ambos bandos fueron víctimas de la persecución política de los 30. Y Guido la sufrió en carne propia: en enero de 1933 fue detenido y trasladado al penal de Ushuaia, tras organizar la Convención Nacional de la UCR.
Las elecciones legislativas de 1920 lo habían consagrado diputado nacional por la provincia de Buenos Aires. En marzo de 1924 recibió otro aval y renovó su banca en el primer test electoral para el naciente gobierno de Alvear. Ese fue su trampolín a la presidencia de la Cámara, y rápidamente elevó el proyecto de creación de una universidad en su ciudad adoptiva.
Guido quería denominarla Universidad Nacional de la Costa Sur, aunque en ocasiones tanto la prensa como el propio legislador hablaban del Instituto Universitario. En cualquier caso, se trata del primer registro de la mención geográfica, que se convirtió en identidad hasta hoy.
Desde ese momento, todas las iniciativas relacionadas llevaron la marca sureña en su nombre: ese proyecto de Guido en el 24, otro del 39, una academia privada que funcionó entre el 40 y el 44, y el Instituto Tecnológico entre el 48 y el 55. Todo del sur.
🎓 En el mundo académico esto no era habitual: de las 5 universidades públicas argentinas creadas hasta entonces, sólo la del Litoral (de 1919, en Santa Fe) aludía a una región y no a la ciudad o a la provincia donde se asentaba.
En los fundamentos del proyecto centenario de Guido pueden encontrarse algunas pistas: el texto valora el desarrollo de la ciudad y la zona, nutridas por la inmigración, 2 ramales ferroviarios y un puerto por el que en 1923 había pasado un tercio de las exportaciones de cereales del país.
En esa línea, puso sutilmente de manifiesto que la zona resultó subestimada por la acción estatal, los intereses de otras terminales portuarias y una “macrocefalia litoraleña”, un anticipo de la Cabeza de Goliat que en 1940 describiría Ezequiel Martínez Estrada: el país se asemejaba a un cuerpo raquítico y desproporcionado, de enorme cráneo.
“El problema era capital: Buenos Aires, ensanchada a la manera de las jaquecas o de los tumores, era el índice del fracaso de los argentinos para dar forma armónica a su nación”, escribió Christian Ferrer, biógrafo de EME.
✍️ En la primera entrega de nuestro ciclo #Bahiensidades, el historiador Juan Cruz Fernández nos aportó un rico perfil local de Martínez Estrada: El genio amargo entre nosotros.
Como huella de un pasado traumático entonces bastante reciente, de trágicos enfrentamientos entre unitarios y federales, al fundamentar su proyecto Guido se cubrió: hablar de regiones, advirtió, no implicaba contraponerse al espíritu nacional.
Basado en la ley 1.597, que desde 1885 regía el funcionamiento de las universidades nacionales, el diputado imaginó un esquema de 4 facultades: Ciencias Económicas, Sociales y Políticas; Agricultura, Ganadería e Industrias afines; Ciencias Químicas e Industriales; Ciencias Educacionales.
Sólo las 3 primeras se desarrollan en el centenario proyecto, recogido en los Documentos para la historia de la Universidad Nacional del Sur que la propia institución publicó en 1982.
👩🏫 Recién casi 1 siglo después, en 2020, la UNS creó una unidad académica abocada a las Ciencias de la Educación.
Guido subrayaba la necesidad de contar con facultades que no pusieran el foco en carreras tradicionales, sino en aquellas que ya robustecían el desarrollo regional (el agro y las industrias químicas) y las que pudieran prever el curso de las décadas siguientes.
Sería una línea de largo aliento en la UNS, que convergería además con la preexistencia de escuelas secundarias de estudios técnicos en agricultura y contabilidad.
👉 Cuando se consolidó como universidad nacional, la UNS nunca utilizó el esquema de facultades: se decidió por el diagrama departamental, que permitía la integración institucional y académica de todas las disciplinas.
☝️ Fue la primera institución del país en aplicar esto: la iniciativa le correspondió a Rolando García, que la había observado en Estados Unidos y en 1956 acompañó al filósofo Vicente Fatone en el primer Rectorado de la UNS bajo ese nombre y condición.
La comunidad bahiense de inmediato respaldó la iniciativa de Guido. Y la refrendaron decenas de firmas, incluyendo las de docentes secundarios.
El 12 de julio de 1924, los legisladores nacionales quedaron formalmente invitados a visitar nuestra ciudad para corroborar los diagnósticos de Guido.
Llegaron ese mismo mes. La ocasión era propicia, porque se había organizado para Guido una “demostración”: así se denominaba al banquete de homenaje por su arribo a la presidencia de la Cámara. Varios colegas viajaron para conocer la tierra adoptiva del nuevo primus inter pares.
El vespertino El Censor, que venía de una larga prédica yrigoyenista y había sido muy crítico de la designación de Guido, no mencionó el proyecto universitario ni anunció el homenaje. Pero después editorializó: sostuvo que la propuesta no era una universidad como la que la ciudad necesitaba, sin especificar cuál era el modelo adecuado. Y vaticinó que sólo se concretaría en “otras épocas, por cierto remotas”. Cometió el error de no apostar libras esterlinas a su pronóstico…
La Nueva Provincia y El Atlántico fueron más optimistas; recogieron los principales discursos del encuentro y narraron las visitas que la comitiva realizó a establecimientos educativos. También el capitalino La Razón se refirió positivamente al proyecto.
Miguel Sussini, presidente de la comisión de Instrucción Pública, aseguró que la iniciativa contaba “con la preferente atención” de sus miembros. Sin embargo, nunca llegó a ser debatida por el pleno de la Cámara de Diputados.
—Pese a que Bahía tenía un peso político nacional superior al actual, no se lograron los consensos necesarios —le dice a 8000 el docente e investigador José Marcilese, director del Archivo de la Memoria de la UNS.
🤔 Las investigaciones periodísticas y académicas no lograron dar con explicaciones concretas sobre el letargo y la muerte del proyecto, pero…
📇 El Censor, desde el principio escéptico, sospechó que el anuncio se agitaba para mejorar la imagen de su autor y advirtió que la situación económica impediría su concreción por muchos años. Con ironía, agregaba:
😕 Otro dato: ninguna de las universidades nacionales existentes en 1924 tenía por sede a una ciudad que no fuera capital, sea del país o de una provincia.
En la comunidad bahiense, no obstante, la semilla estaba sembrada.
15 años después, el legislador conservador Samuel Allperín repitió la propuesta y utilizó por primera vez el nombre de Universidad Nacional del Sur. Y hubo otra respuesta social: en 1924 se juntaron firmas, en 1939 se formó una comisión de trabajo.
Pero este segundo proyecto parlamentario tampoco prosperó. Otra vez, faltó respaldo. Lo novedoso fue la reacción local: no se quedó en la frustración, y empezó la búsqueda de alternativas.
En 1940 se impulsó una Universidad del Sur con aportes privados, aunque sin fines de lucro, en torno al Museo Social que funcionaba como filial del homónimo capitalino.
Esa experiencia tuvo como rector a Prudencio Cornejo y se apagó en 1944, dejando un par de conclusiones nítidas: 1) el sudoeste bonaerense reclamaba oportunidades académicas en su territorio y 2) la inversión pública resultaba imprescindible para sostenerla.
🔎 En el prólogo a los Documentos… publicados por la UNS en el 82, el historiador y educador Félix Weinberg señaló: “Al cabo de casi 2 años, advirtieron los organizadores que la ardua y sacrificada tarea que se impusieron había de terminar requiriendo inevitablemente el apoyo del Estado, más allá de subsidios ocasionales”.
Los meses siguientes no escatimaron material a periodistas e historiadores: en octubre de 1945 surgió el peronismo, que accedió al Gobierno nacional en febrero de 1946.
Miguel López Francés, aquel niño de 1924, era ya abogado y se incorporó al nuevo movimiento desde la Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina (FORJA), una agrupación en la que militaban figuras como Arturo Jauretche y Raúl Scalabrini Ortiz.
Como diputado provincial, López Francés formalizó en 1947 el proyecto para que se creara oficialmente el Instituto Tecnológico del Sur. Y dejó algo en claro: “Si bien me pertenece la iniciativa en su estricto carácter parlamentario, como idea es de patrimonio colectivo”.
👨🎓 Tanto el ITS como su antecesora privada se cobijaron bajo el respaldo académico de la Universidad Nacional de La Plata.
💡 3 décadas después, la UNS fue la base de gestación de nuevas universidades como la del Centro (Olavarría, Azul y Tandil) y la de la Patagonia San Juan Bosco (Trelew).
Cuando en 1948 inició su actividad el ITS, el mismo López Francés asumió como rector organizador: esa fue la primera experiencia sostenida de educación superior en la ciudad.
📌 La UNS aún conserva en funcionamiento los edificios en que todo comenzó: el de Rondeau 29 y el Rectorado de Colón 80, donde se encuentra el Aula Magna que lleva el nombre de López Francés.
📍 También se llamó así la propia UNS, entre 1973 y 1976. Actualmente es una calle: la que surge, perpendicular, detrás del complejo de Alem 1.253.
⚓️ Guido, que murió en 1946, tiene su avenida en White.
En 1955, cuando un golpe de Estado a cargo de la llamada Revolución Libertadora derrocó al peronismo, el ITS fue cerrado y se paralizó la construcción en Alem al 1.200. Esto tocó un nervio sensible de la sociedad bahiense, que llevó su reclamo al propio dictador Pedro Eugenio Aramburu.
—¡Universidad, universidad! —se escuchó en diciembre del 55 frente a la confitería La Central Faiazzo, donde estaba Aramburu durante su visita.
Pocos días después, la insistencia local logró su objetivo y se produjo la reapertura el 5 de enero de 1956. Y entonces se selló el nombre: así se gestó nuestra Universidad Nacional del Sur. Todo estaba por ser.
🙋 Según el anuario publicado en enero de 1957, en sus primeros meses como tal la UNS tuvo 1.100 alumnos inscriptos. Un tercio provenía de la región, e incluso de otras provincias: una nueva centralidad bahiense que se iría profundizando.
👩🎓 Durante su primera década entregó 964 títulos. Algunos correspondieron a estudiantes que habían comenzado a cursar en el ITS.
🧾 Uno de ellos resultó el ingeniero Jorge Laurent, cuyo diploma fue el primero expedido por la institución. La creación de la UNS “fue una algarabía total”, recordó Laurent poco antes de su muerte, en 2020.
El número de graduados fue creciendo hasta alcanzar su pico a mediados de los 70. Tras la última dictadura, que a la persecución política sumó restricciones académicas y arancelarias de ingreso, comenzó una caída que pudo remontarse en los últimos 5 años del siglo pasado.
Recién en el quinquenio siguiente logró superar los valores previos al saldo dictatorial.
Este jueves 5 de diciembre, en el Teatro Municipal, la UNS celebró la colación 400°.
—Conocer la historia es un aspecto central: saber de dónde venimos para tener en claro quiénes somos y hacia dónde vamos —le dice a 8000 el rector Daniel Vega, que presidió la ceremonia.
📜 Con los diplomas entregados ese día, en 2024 sumaron 1.162. Habrá algunos más: el próximo jueves se hace la última colación del año. En casi 7 décadas, ya superan los 45.000.
En su discurso, Vega mencionó el centenario: “Hace 100 años, Bahía Blanca dio un paso trascendental que cambiaría para siempre su historia y su proyección al futuro: por primera vez se arraigaba en la comunidad la idea disruptiva de que esta ciudad y el sur argentino contaran con una universidad”.
Para el rector, la historia que comienza con aquel esfuerzo de 1924 permite observar 2 constantes: la necesidad de una institución universitaria pública en esta zona y el respaldo de la sociedad.
En el cierre de un año complejo, con multitudinarias marchas en defensa del presupuesto universitario, Vega le asegura a 8000:
—La comunidad de la ciudad y la región es plenamente consciente de la importancia de la UNS.
👩🏼🦰 Contar con esta institución permite eludir la diáspora juvenil, promueve la movilidad social y la generación de conocimiento local y regional, y moviliza la economía.
💰 En 2024, el presupuesto de la UNS totalizó casi $ 56.000 millones: es el segundo más importante después del municipal, y se vuelca prácticamente completo al movimiento económico bahiense.
📊 De acuerdo con los últimos datos oficiales, la UNS hoy tiene cerca de 30.000 estudiantes; poco más de la mitad son bahienses. Y anualmente recibe alrededor de 7.000 solicitudes de inscripción de casi todas las provincias.
Destaca el historiador Marcilese a 8000:
—Con aquel proyecto de 1924 se establece una constante que continuaría en los proyectos posteriores: pensar una universidad desde Bahía Blanca, pero para un ámbito más amplio, todo el sur argentino.
Hace 100 años, Mario Guido describió así la institución que tenía en mente: “No es una universidad más, para satisfacer vanidades regionales, sino una universidad necesaria para estimular y encauzar actividades provechosas”.
✍️ El autor
Diego Kenis es saavedrense y vive en Bahía desde 2008. Colabora con distintas publicaciones, como El Cohete a la Luna y el UNSletter, newsletter semanal de la UNS. Allí trabaja en Derechos Humanos.
Contacto: kenisdiego@gmail.com
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Fuentes consultadas
Cernadas de Bulnes, Mabel et al. (2006): Universidad Nacional del Sur: 1956-2006, EdiUNS.
Fernández Stacco, Edgardo (2009): Abandono a la contemplación, Editorial Universitaria Rioplatense.
Llull, Laura (2006): El radicalismo bahiense durante la gobernación de José Camilo Crotto, 1918-1921, Jornadas de Historia Política del Gran Buenos Aires en el siglo XX.
Weinberg, Félix (1982): Documentos para la historia de la Universidad Nacional del Sur, UNS.
Periódicos El Atlántico, El Censor, La Nueva Provincia (1924).
Portal Enfoque U, UNS.
Universidad Nacional del Sur (2022): Anuario.
Agradecimientos
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