#SeresBahienses | 🐝🤝 Luciano Morales Pontet, apicultor y cooperativista: el enjambre productivo
Nuestra gente, nuestra mirada, nuestra ciudad.
―La apicultura siempre me apasionó. Es un trabajo muy dinámico y siempre te sorprende: no son todos los años iguales; es muy difícil llevar una estructura mecanizada y hacer siempre lo mismo.
Así define su labor Luciano Morales Pontet, asociado y síndico de la Cooperativa de Trabajo Apícola Pampero Limitada, un espacio donde se dedican a las abejas y desarrollan distintos productos para cubrir las necesidades de la comunidad apícola.
―Trabajar con un insecto que está organizado te lleva a querer dedicarte, estar, entender su comportamiento. Es el cuidado de insectos que le hacen muy bien al ecosistema, entonces entender toda esa coyuntura es hermoso, es apasionante.
Luciano nació en Bahía Blanca hace 38 años y lleva mucho tiempo en el mundo de las abejas: criado en una familia de apicultores, aún recuerda sus primeras visitas a las colmenas, de pibe, con un poco de susto y bastante curiosidad.
―Era andar por la naturaleza, conocer los campos, que te pique alguna abeja de vez en cuando… ―le describe a 8000―. La infancia es una etapa en la que uno tiene cierta curiosidad y justamente la apicultura es algo que te atrapa.
Define a los suyos como productores de la región.
La familia de Luciano está compuesta por su papá Ricardo Morales, su mamá Delia Pontet y sus hermanos Natalia y Leandro. También tiene parientes en Villa Iris y en Felipe Solá: de ahí es su tío Rubén Suárez, quien lo introdujo en la actividad apícola.
―Un poco todos se dedicaron, pero sobre todo mi papá y mi mamá.
Tras cursar la tecnicatura apícola en la Universidad Nacional del Sur, asegura que el estudio teórico es tan importante como la práctica:
―Por todas las condiciones externas que afectan a la apicultura, hoy tenés que ser un productor profesional. Surgen nuevas demandas y hay que saber adaptarse al contexto ambiental. Es importante mantenerse capacitado y, obviamente, tratar de aplicar.
La Cooperativa de Trabajo Apícola Pampero Limitada queda en el paraje rural Calderón (distrito de Coronel Rosales, casi en el límite con Bahía), a metros de la ruta 3 vieja, donde tienen colmenas para la investigación, una práctica que les permite desarrollar distintos productos.
Además de mieles tipificadas según su origen botánico (monte nativo, cordón serrano, praderas húmedas y praderas secas), hoy comercializan estos insumos:
🐝 Aluén: un método para el control de varroa (un ácaro que ataca a la abeja y puede causar la mortandad de la colmena), con una eficacia “por encima del 95%”.
Para Luciano, es un orgullo nacional: “Ha podido resolver muchos problemas cuando la apicultura se veía muy difícil por esta enfermedad. No contamina la miel, ni el polen, ni ningún derivado que hoy tengamos dentro de la colmena”.
🐝🐝 Cocco: un sistema de inserción de reinas, que ganó el premio Innovar. Según nos explica Luciano, permite que la abeja reina ingrese en la colmena (se recambia cada 2 o 3 años para mantener la productividad) sin que las otras abejas la maten.
¿Cómo funciona? Es como una especie de tubo que se coloca en el cuadro y contiene a la reina unos 2 o 3 días. En ese tiempo, la reina empieza a poner huevos en el cuadro y libera feromonas, y es aceptada por el resto de las abejas.
🐝🐝🐝 Jatié: complemento nutricional apícola que permite mantener el desarrollo potencial de la colmena en momentos de baches de floración, es decir, cuando faltan los nutrientes que aporta el polen.
―¿Cuál es el producto que más se consume?
―Aluén es el producto más codiciado, porque es único en el mundo: es orgánico, se puede usar en cualquier momento del año y tiene una eficacia muy superior a otros productos. Lo empezamos a hacer en 2016 y hoy se exporta a muchos países.
Añade Luciano que entre Uruguay, Chile y Argentina venden más de 1 millón de dosis anuales.
La actividad exportadora de la cooperativa es amplia: también llegan a Perú, Bolivia, República Dominicana, Santa Lucía, Palestina, Corea del Sur y Líbano.
―¿Es fácil exportar?
―Sí, el tema no es tanto el procedimiento de la exportación sino la habilitación o el registro del producto en cada país. Al ser un fármaco de origen veterinario tiene que cumplir las etapas del proceso de habilitación, que es lo que demanda más tiempo porque cada país tiene su propia metodología.
La Cooperativa de Trabajo Apícola Pampero Limitada se formó en 2012 y cuenta con 12 asociados: son 7 hombres y 5 mujeres y están organizados en 4 comisiones:
Investigación y coordinación,
Consignación y administración,
Intervención y comunicación,
Industrialización y organización.
Luciano coordina esta última, aunque su tarea no se agota ahí:
―Todos hacemos todo, desde la limpieza hasta el diseño y desarrollo de maquinarias. Tratamos de no ser indispensables, por eso contamos con capacitaciones internas.
🤝 La entidad también trabaja en conjunto con la Cámara de Apicultores Pampero, asesorando a distintos productores y recibiendo sus demandas para luego tratar de dar respuestas con el desarrollo de nuevas metodologías.
―¿Qué tan difícil es ser cooperativa?
―Creemos que es la mejor opción. Por ejemplo, la patente de Aluén se donó a la cooperativa. ¿Cuál es la idea? Que más allá de la persona que integre la cooperativa, el producto pueda seguir estando para que todos los apicultores y apicultoras puedan aprovecharlo. No sirve trabajar individualmente: sabemos que se puede avanzar muchísimo más rápido si estás agrupado y organizado.
Para eso, es imperioso el compromiso: todos los socios deben “trabajar y aportar por igual”. Y por supuesto, estar dispuestos a aprender y enseñar a los demás.
La diversidad profesional estimula el crecimiento: además de 3 técnicos apícolas, tienen 2 agrónomos, 1 contador, 1 abogada, 1 arquitecto, 1 ingeniero industrial, 1 bioquímico, 1 licenciado en recursos humanos y 1 zootecnista.
―No buscamos la mentalidad de empleado. Esto es un emprendedurismo distinto: acá queremos que vengan a trabajar con la mentalidad de ser socios.
―¿Es difícil encontrar esa mentalidad?
―Cuesta, venimos muy mecanizados... Pero bueno: hay que demostrar con los que estamos cómo es la forma, para que sea más fácil acoplarse.
Luciano marca que otro logro importante de la cooperativa es el desarrollo de la revista científica Eunk, con la participación de investigadores de nuestra Universidad Nacional del Sur y de las universidades del Nordeste, Mar del Plata y La Plata.
Se trata de una publicación gratuita, que en septiembre ganó el oro en el Congreso Internacional de Apicultura que se desarrolló en Chile y en el cual estuvieron presentes: los viajes también forman parte de las actividades cooperativas.
Según detalla Luciano, en Apícola Pampero no saben de rutinas: hay días de producción, días de oficina, días de compra de materiales, días de desarrollos…
A veces están en el parque o en las colmenas; otras salen por visitas o reuniones.
―¿Cuál es la actividad que más disfrutás?
―No hay algo que diga “no me gusta”, pero las cosas que más me gustan son el mantenimiento de maquinarias, el trabajo con las colmenas y el desarrollo de lo nuevo.
A la hora de identificar el momento más duro, menciona los inicios: defender un producto orgánico de producción local en el mundo no fue tarea sencilla.
―Por suerte, como cooperativa fuimos logrando los objetivos y tenemos pensados muchos más para adelante. También eso es importante: tratar de seguir creciendo, de seguir mejorando.
Nuestra zona es un buen lugar para desarrollar la actividad, por el clima y la disponibilidad de campo cerca, como así también de sierras, costas y montes:
―Es un lugar estratégico: tenés estos lugares cerca por si sos un productor trashumante, es decir, que te trasladás de un lugar a otro; y también podés trabajar acá siendo fijista (cuando tenés las colmenas en un mismo lugar), aunque disminuye un poco la producción. Además, en esta zona hay bajo uso de agroquímicos, que son otro problema.
―¿La sequía complica al apicultor?
―Sí, obviamente, sobre todo en esta época primaveral. Generalmente, lo que se logra en esta actividad es el desarrollo y el crecimiento de la colmena. Ahora estamos en una época de nucleada, que es tratar de sacar colmenas de las colmenas, pero para eso necesitamos población. Cuando hay una gran sequía es muy difícil hacer que esa colmena crezca para poder realizar esos núcleos y que las abejas vayan en cantidad a buscar néctar al campo, para tener miel dentro de la colmena.
―¿Cuántas abejas hay por colmena?
―Dependiendo de la época del año y de la zona donde está, en una cámara de cría hay unas 30.000 abejas y puede llegar a haber hasta unas 60.000 abejas, más o menos.
Para trabajar en las colmenas usan un mameluco de tela liviana y de color blanco, ya que ese tono atrae menos a las abejas; y un velo para proteger la cara de las posibles picaduras. Es un trabajo que requiere cuidado y tranquilidad:
―La abeja es como todo animal: si uno la altera, se defiende.
―¿Qué pasa cuando te pica una abeja y sos alérgico?
―Depende del grado de alergia, hay distintos niveles. En el más severo se te puede llegar a cerrar la garganta, pero hay metodologías de seguridad para aplicar. En otros niveles te genera algún tipo de hinchazón externa, una ronchita, y no más que eso.
Y pica y se acaba:
―Por cómo está conformada nuestra piel, el aguijón queda atrapado en ella. Se sale con todo su aparato digestivo, por lo que la abeja se termina muriendo.
―¿Qué es lo más peligroso de la actividad apícola?
―La verdad es que peligroso no hay nada. Igual, tratamos de que nadie vaya al campo solo, porque uno nunca sabe. La abeja no es el único animal o insecto. Hay cosas que pueden pasar. Además, por ahí no hay señal de teléfono.
―¿Alguna anécdota?
―De picaduras, miles. Cuando era alérgico, antes de hacer el tratamiento, me picaban en el ojo y no podía abrirlo por 2 o 3 días. Sustos de esos, nomás... Después, momentos lindos: estar con los productores, ir al campo, sentir el olor del néctar, que es como el olor a miel pero más intenso.
Luciano dice que nunca pensó en hacer otra actividad. La apicultura le gusta mucho, demasiado: de chico se veía ejerciéndola, aunque jamás imaginó este presente.
―¿Cuál es la principal enseñanza que te dejan las abejas?
―Trabajar agrupados. Cada abeja tiene una actividad distinta, pero la colonia trabaja en conjunto, organizada, en pos de sobrevivir; en pos de poder producir miel y polen y otros muchos derivados de la colmena.
―¿Por qué son importantes estos insectos?
―Por el polen a nivel alimento, porque por más que venga de la planta, la que lo recolecta es la abeja, y sirve para muchas cosas. Por la miel que comemos… Hasta la apitoxina, que es el veneno de las abejas, se usa de forma curativa. Hay infinidad de cosas y seguramente haya muchas más por seguir descubriendo.
En la cooperativa proyectan a corto plazo una nueva planta pero de alimentos: miel, polen y otros derivados de la colmena. Y también, nuevos desarrollos: el compromiso es seguir investigando.
―Mirando hacia atrás, ¿qué le dirías a tu yo de los comienzos?
―Uf, ¡qué difícil! Creo que no bajar los brazos, que hay que seguir. Por eso hemos logrado llegar adonde estamos hoy, y queremos seguir logrando más cosas.
Producción, videos y edición audiovisual: Tato Vallejos
Producción y texto: Belén Uriarte
Fotos: Eugenio V.
Idea y edición general: Abel Escudero Zadrayec
👀 #SeresBahienses es una propuesta de 8000 para contar a nuestra gente a través de una serie de retratos e historias en formatos especiales.
La estrenamos para nuestro segundo aniversario. Estos son los episodios anteriores:
👷♀ María Rosa Fernández, trabajadora de Defensa Civil: el poder de ayudar
👱♀️ Alicia D’Arretta, auxiliar de educación: la vida por sus chicos
🏉 Stephania Fernández Terenzi, ingeniera y rugbier: actitud ante todo
👨🚒 Vicente Cosimay, bombero voluntario: 24 horas al servicio
💁🏼♂️ Adrián Macre, colectivero y dirigente: manejarse colaborando
👩🌾 Delia Lissarrague, productora rural: aquel amor a la tierra
👩🍳 Margarita Marzocca, cocinera y jubilada: un gran gusto portuario
🧐 Walter Tuckart, tecnólogo y docente de la UNS: aplicar con clase
🚛 Evelyn Sánchez, recolectora y chofer: al volante del reciclado
🏀 Maia Richotti, docente y basquetbolera de ley: una clase de pasión local
🧠 Fernando Luciani, psicólogo, músico y docente: al son de los deseos
⚽ Sebastián Candia, estudiante, cadete y líder barrial: pertenecer al club de la contención
🚢 Andrés Castagnola, práctico de nuestra ría: guía a buen puerto
✊ Paola Quiroga, activista trans: ser quien sos es una lucha
🤗 Maximiliano Mazza, operario, exvendedor, cocinero: la inclusión se trabaja
🥁 Sebastián Lamoth, baterista, sonidista y papá: tocar con todo
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