#SeresBahienses | 🏋️♀️🥬 Marina Danei, entrenadora y deportista fitness: hambre de luchar y superarse
Nuestra gente, nuestra mirada, nuestra ciudad.
―A veces es prepararse todo un año para competir 15 o 20 minutos, pero es muy gratificante ver cómo uno puede expresarse a través del deporte. Es muy liberador.
Marina Danei tiene 38 años y es entrenadora y deportista fitness: compite desde hace una década y lleva 4 años en el profesionalismo, con altos niveles de exigencia en cuanto a la alimentación, la disciplina y el entrenamiento.
―Me defino como una persona luchadora. Trabajo con mucho placer ―le dice a 8000.
A los 17 años, haciendo actividad física, descubrió la conexión entre los ejercicios y los cambios en los músculos, y se metió de lleno hasta largarse a competir.
―En mi categoría, body fitness, se busca un cuerpo atlético que tiene un cierto desarrollo muscular, pero siempre manteniendo una línea femenina.
Según Marina, la competencia es una especie de modelaje con poses reglamentarias acordes con la forma física requerida. Se puntúa la estética, el maquillaje, el pelo, la bikini…
Para llegar a ese momento, la preparación es dura.
Lo más difícil son los 6 meses previos, donde planea el cambio físico con entrenamientos doble turno y una alimentación muy estricta.
―Se necesita mucha cantidad de proteínas para mantener el nivel de masa muscular y la calidad muscular para competir. Lo divido en 8 comidas diarias, que son porciones chiquititas, junto con la suplementación de aminoácidos y regeneradores musculares.
🍗🥚 Come pollo, pescado, huevo, verduras, hojas verdes.
Siempre hay un poco de hambre y de cansancio: para mantener el nivel de grasa y la calidad muscular tiene que hacer un déficit calórico.
―La adrenalina del deseo genera que uno pueda aguantar esas cosas.
―¿Se puede llegar a tornar peligroso?
―Siempre tengo controles médicos. Obviamente, uno prioriza su salud y hasta ahora no tuve ningún problema. Si la dieta es adecuada a lo que vos necesitás y lo que no ingerís en la alimentación lo complementás con multivitamínicos y aminoácidos, el cuerpo está nutrido; lo que pasa es que uno está trabajando en un déficit calórico muy grande con entrenamientos muy intensos y muy poca cantidad de comida, entonces tiene que sacar un plus de energía extra que a veces cuesta un montón.
Al tener masa muscular, lo que busca con su cuerpo es la forma. Y para eso hace doble entrenamiento: sobrecarga con el equipamiento del gimnasio y cardio.
Desde Buenos Aires, el coach Ernesto Pastelnik le ayuda a diseñar las prácticas, que no tienen mucho peso: la rutina consiste en repeticiones de ejercicios muy específicos.
―No es lo mismo que el que entrena por placer, que puede hacer de todo. Hay cosas que no puedo hacer y ciertos movimientos que tengo que hacer superconcentrada, por eso está bueno entrenar sola: te tenés que conectar con lo que estás haciendo.
La base de todo es sostener en el tiempo la alimentación y el entrenamiento:
―Es constancia, constancia, constancia ―insiste Marina, que en esos meses de extrema exigencia extraña hasta un plato de arroz.
Todo es verdura, pollo, pescado, huevo...
―Fideos y esas cosas, no las ves ni en figuritas.
―¿Nunca?
―En esos meses de competencia, no. Ahora que estoy fuera de competencia, sí. Un día quiero comer fideos, como fideos; un día quiero comer helado, como helado. Pero siempre manteniendo un control.
En tiempos de dieta estricta, en cambio, ni siquiera condimenta las comidas: prefiere comer sin sal y a la plancha, porque si hace preparaciones ricas le da más hambre.
―No es comer por placer, sino comer lo que el cuerpo necesita para lo que tenés que hacer. Eso también cansa, porque llega un punto en el que te transformás en una máquina: es comer cada 2 horas, entrenar, dormir, comer, trabajar, entrenar, dormir… Entonces la cabeza te dice: “Basta, necesito un cambio”, y ahí hay que hacer pausas.
―¿Te varía mucho el físico en esos meses intensos?
―En realidad, la intensidad es siempre la misma, lo que varía es la alimentación: cuando vos achicás las calorías se nota un montón en el cuerpo porque bajás de peso y se marcan más los músculos, pero la realidad es que el cuerpo de competencia es un cuerpo que podés sostener 20 días. Después te podés mantener bien un par de meses, pero el cuerpo a ese nivel de exigencia mucho más tiempo no lo podés aguantar.
Marina dice que siempre está en la búsqueda de su mejor versión. Y ahí siempre están los suyos: su familia, sus amigos…
―Cuando sos feliz, te ven bien y ven que te va bien, ellos están bien. Al principio es raro porque muchas cosas no podés compartir: a veces, no puedo ir a un cumpleaños o a un almuerzo, pero ellos son incondicionales. Saben que hay épocas en las que me aíslo un poco y épocas donde estoy más presente, pero es parte del deporte. En el nivel profesional, hay cosas que hay que dejar a un lado para poder cumplir con el objetivo.
🐕👨👩👧👦 Marina vive con su perro “Ringo” en Güemes al 900. Actualmente no está en pareja. Y su familia núcleo se compone por su mamá Gloria, su papá Víctor y sus 2 hermanos menores: Agustín (28) y Juan (34), que es papá de Martina, su única sobrina.
―¿Cómo tomaron tus hermanos que hagas este tipo de actividad física, que hasta hace algunos años no era tan habitual en una mujer?
―Para Agustín, mi hermano más chico, siempre fui una especie de motivación. Él también tuvo un cambio grande en su adolescencia con su peso y logró cambiar un montón su cuerpo. Traté de ayudarlo, y por eso él también se metió en la actividad. Hoy en día es un excelente profe, uno de los mejores que he visto. Y mi hermano del medio, si bien se dedica a otra actividad, siempre respetó un montón lo que yo hago.
―¿La familia influyó en tu carrera?
―No, yo creo que fue una decisión mía, sobre todo arrancar en el deporte: una búsqueda personal de poder llegar más allá de lo que es un entrenamiento. Creo que es un deporte que uno a veces elige cuando tiene hambre de superarse en general.
Y todo esto también le generó un importante cambio interno.
―Es un deporte de mucha introspección que te ayuda a evolucionar como persona, a nivel profesional, a descubrir cosas que después aplicás en la vida diaria, y es genial. Durante las preparaciones muchas veces estás cansado, con hambre, es como que te enfrentás a lo peor de vos, a tus miedos; entonces cuando estás en estado normal tenés otras herramientas para manejarte, y ahí ves los frutos de tanto sacrificio.
Y eso es lo más positivo del deporte, dice: por eso sigue ahí, firme.
Marina ganó múltiples torneos. Es la única bahiense en este tipo de competencias y tiene reconocimiento internacional: dentro del profesionalismo, ganó un Sudamericano y participó 2 veces del Arnold Classic de Madrid, el certamen más grande de la disciplina.
―Fuimos 18 competidoras. Quedé entre las primeras 10 y entre esas 10 quedé octava, así que de a poquito voy escalando. La verdad, bastante bien.
―¿En Bahía sentís reconocimiento?
―No soy una persona que busque mucho salir en los medios, entonces es como que tampoco puedo pedir que me reconozcan si yo no me hago a la luz; pero sí soy reconocida por la gente y eso es lo que a mí me gusta, porque son con quienes estoy a diario y también son mis pares. En la ciudad me reconocieron como deportista destacada, pero siempre creo que el logro es más de uno y lo que importa es lo que yo le pueda brindar a la gente desde mi conocimiento.
―¿Qué es lo más difícil de sostenerte en una actividad así?
―La salud mental. Mantener un trabajo, la vida cotidiana, el entrenamiento, la edad también, porque llega un punto en el que ya no tenés tanta tolerancia al cansancio, al dolor físico, a la exigencia, y el cuerpo te pide parar. Entonces, está bueno estar atento a eso y saber cuándo frenar, porque a veces es un deporte que te genera tanta gratificación que con tal de seguir haciéndolo a veces se transforma en nocivo para la salud, como cualquier deporte de alto rendimiento. Ahí es donde hay que hacer un descanso, aunque sea unos meses: no abandonás la alimentación ni el entrenamiento, pero empezás a tener una vida un poco fuera de lo que es estar todo el día entrenando; visitás amigos, familiares, buscás cosas que sirvan para cargar un poco de energía.
Alguna vez el cansancio la llevó a querer dejar todo, pero siempre le mete motivación: “Queda un tironcito más”, se dice. Y sigue. El mes previo a competir es el peor:
―Estás cansada porque estás planeando el viaje, no te puede faltar nada, estás con la exigencia del nivel profesional y tenés que tratar de mantener la mente firme y concentrada en el objetivo para que no te distraiga, porque la mente siempre trata de llevarte por el peor lado: que no podés, que estás cansado…
🙋♀️ Marina representa a la empresa de suplementos American Force, pero no tiene sponsors ni ayuda gubernamental para viajar a competir. Todo sale de su bolsillo.
💪 Si bien no definió su 2024, tiene ganas de seguir compitiendo.
Dice que el gimnasio no tiene barreras: se adapta a la edad, al cuerpo, a todo. Y genera muchas gratificaciones. No se imagina haciendo otra cosa.
―Siempre estuve trabajando en esto, que es muy amplio: no es sólo construir un cuerpo en estética, sino recuperar lesiones, trabajar con el día a día de la gente, con distintas patologías, con malestares no solamente físicos. Es como que te convertís un poco en psicólogo, que es una actividad linda también: es poder transmitirle al otro que puede cambiar, que puede encontrar algo acá que lo haga sentir bien.
―¿Cuál fue la devolución de la gente que más te emocionó?
―Me tocaron casos de operaciones donde necesitan bajar de peso y que me digan que ayudé a cambiarles la vida o a ver todo de otra forma es lo más gratificante.
Marina lleva 15 años dando clases y desde 2015 cuenta con gimnasio propio, Evolution Fitness, en Villa Rosas:
―Es como si fuese un hijo para mí: es el lugar donde puedo poner en práctica todo mi conocimiento, todo lo que fui aprendiendo a través de estos años.
Actualmente asisten alrededor de 300 personas, muchas de Ingeniero White. Y la acompañan 2 profesores: su hermano Agustín y Katherine Pérez.
La concurrencia aumentó luego de la pandemia, porque la gente tomó más conciencia de la importancia de la actividad física.
―También pasa cuando hay crisis económica. Si se pueden dar un gusto, es: “Bueno, voy al gimnasio”. Porque aparte lo necesitan, no sólo física sino psicológicamente.
🏋️♀️ En Evolution Fitness dan clases personalizadas de musculación, que más allá de lo estético sirven como complemento deportivo y recuperación de lesiones.
Marina imagina su futuro ligado al deporte, ejerciendo como juez internacional o preparando gente para competir: le gusta mucho la cotidianidad de dar clases.
―¿Qué le dirías a la Marina adolescente que se volcó a la actividad física?
―Que hizo bien las cosas. Me hacés emocionar… Le diría que podría haber arrancado de más joven pero que se dio así. Y que si no hubiese sido esa Marina, no habría llegado a ser esta. También, que si uno tiene un sueño, lo puede cumplir, siempre.
Producción y texto: Belén Uriarte
Producción, videos y edición audiovisual: Tato Vallejos
Fotos: Fran Appignanesi
Idea y edición general: Abel Escudero Zadrayec
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👀 #SeresBahienses es una propuesta de 8000 para contar a nuestra gente a través de una serie de retratos e historias en formatos especiales.
La estrenamos para nuestro segundo aniversario. Estos son los episodios anteriores:
👷♀ María Rosa Fernández, trabajadora de Defensa Civil: el poder de ayudar
👱♀️ Alicia D’Arretta, auxiliar de educación: la vida por sus chicos
🏉 Stephania Fernández Terenzi, ingeniera y rugbier: actitud ante todo
👨🚒 Vicente Cosimay, bombero voluntario: 24 horas al servicio
💁🏼♂️ Adrián Macre, colectivero y dirigente: manejarse colaborando
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👩🍳 Margarita Marzocca, cocinera y jubilada: un gran gusto portuario
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