#SeresBahienses | ⚽📝 Mercedes Azpeitia, referente del fútbol femenino e inspectora de tránsito: dar una mano sin infracción
Nuestra gente, nuestra mirada, nuestra ciudad.
―Siempre me jacto de buscar a las mejores y organizar. Hay un montón de cosas detrás del fútbol femenino. La semana tiene mucho trabajo organizativo: desde diagramar un partido, preparar la ropa y la cancha para el fin de semana…
Así describe esta parte de su trabajo Mercedes Azpeitia, referente de la actividad.
Arrancó en 2017 con las chicas de futsal del Sindicato de Trabajadores Municipales de Bahía Blanca (STMBB), que se coronaron ese mismo año. Y hoy trabaja con la reserva.
✊ En el medio, coordinó a la selección de la Liga del Sur y durante 2 años fue vicepresidenta del departamento de Fútbol Femenino en la entidad madre.
Mercedes también es empleada municipal desde hace 18 años: en 2005 ingresó en el área de Tránsito, donde trabaja como inspectora y lleva 9 años a cargo del turno mañana.
Bahiense, de 47 años, tiene una vida muy marcada por la pelota. Pero la pasión surgió en la adultez, por contagio familiar.
Su pareja, Sergio Goroso, jugó en la Primera de Villa Mitre y su hijo mayor, Nicolás, salió de Liniers, se fue a Lanús y también pasó por el tricolor.
―En realidad, no me gustaba el fútbol ―sorprende Mercedes charlando con 8000―. Pero vas encontrando cosas lindas: el compañerismo, el participar, la unión, que nos tengan confianza... Eso que tiene el fútbol, que es verdaderamente una pasión, me empezó a gustar de a poco. ¡Hoy más que nunca! Pero jamás se me hubiese ocurrido estar acá.
Y si bien nunca jugó a la pelota, admira a las chicas:
―Entrenan de lunes a viernes y los fines de semana juegan. ¡El sacrificio que hacen! Porque son madres, trabajadoras, estudiantes y la actividad física es muchísima.
Mercedes vive en el barrio Los Olivos, cerca del predio de la FISA sobre la ruta 33, a unas 60 cuadras del centro bahiense.
Su familia también está compuesta por su hijo Rodrigo, de 23 años, y su hija Evangelina, de 11. Por su parte, Sergio es padre de 3: a Nicolás se suman Lautaro y Facundo.
―¿A alguno de tus hijos se le dio por el fútbol?
―Eva nació en una cancha, pero creo que la cansamos… Recién ahora está acompañándonos —dice—. Y lo de Rodrigo es el estudio: hizo rugby, que también es un deporte muy lindo, y ahora ya está en la universidad, estudiando Economía.
Según Mercedes, cuesta la igualdad para el fútbol femenino pero “ha crecido muchísimo”, ya vamos por el tercer año de competencia oficial:
—Con logros impensados, verdaderamente.
🙋♀️ El equipo de los municipales protagonizó la primera participación de mujeres de la Liga del Sur en la Copa Federal: tuvo plaza por mérito deportivo al haber salido campeón en 2021, ¡y llegaron a semifinales!
🙋♀️🙋♀️ Este año, las chicas liguistas ganaron el Federal de Selecciones.
Y a eso se suman los viajes, los contactos y las puertas se van abriendo para nuestras pibas:
―Bahía Blanca tiene grandes jugadoras, hoy por hoy hay muchas jugando afuera que han nacido de lo que es la Liga del Sur.
La actividad se va para arriba: tenemos unas 500 jugadoras y la mayoría de los clubes cuentan con fútbol femenino, aunque no todos tienen formativas. La principal carencia, señala Mercedes, es la infraestructura.
―Eso limita el crecimiento. Se ven un montón de chicas que quieren participar, pero las instituciones se limitan en lo que son lugares de entrenamiento, canchas...
Mercedes dice que labura mucho, de lunes a lunes. Pero lo disfruta. En Tránsito tiene horarios variados y en fútbol trata de estar la mayor parte del tiempo posible, participando incluso de los entrenamientos.
―¿Qué es lo que más te gusta?
―Verlas jugar es hermoso, porque ves la preparación que hacen en la semana, el sacrificio… Después, todo lo que es ese folclore de venir a la cancha temprano, el vestuario, las chicas cantan, traen su equipo de música... Es hermoso que vengan, que se comprometan; hay chicas muy chiquitas que se han sumado y a mí me reconforta que tengan una actividad, que estén con gente, que se formen. Acá se crean valores, todo lo que le hace al ser humano. Más allá de hacer un deporte, es contención.
Mercedes quiere seguir aprendiendo y se metió a hacer el curso de DT. Su referente es Marcelo Bielsa: le encanta escucharlo, su imaginación, cómo ante una pregunta enseguida encuentra un análisis o una respuesta.
Y en la cancha, su puesto preferido está en el arco:
―He analizado mucho esa posición. Todas las arqueras tienen un carácter especial, tienen poder de decisión. Yo no puedo creer que termine un partido, que hayan perdido y que sigan... yo estaría llorando. Esa firmeza que tiene la arquera es admirable, más allá de que tengas tu equipo corriendo, defendiendo, es un 50%.
―Además del juego, ¿se habla con las chicas sobre cómo afrontar cada situación?
―Sí. Este año ha estado pocas veces, pero cuando hemos tenido situaciones de conflicto, ellas mismas han pedido que venga un psicólogo o una psicóloga. En la Copa Federal estuvo el psicólogo y les sirvió un montón: sacaron cosas interiormente que les ha servido para el deporte y que ha aportado al equipo. Y lógicamente en el vestuario, cuando hay algún conflicto, se las junta, se trata el tema, como se dice vulgarmente: “se sacan los trapitos al sol”. Y es como que se potencian y seguimos.
Además de los logros deportivos, los mejores recuerdos tienen que ver con los viajes. Mercedes describe uno muy particular, a Ushuaia, en 2018 con el equipo de futsal: si bien llegaron hasta la mitad del torneo porque “es una alta competencia”, aprovecharon esos días para conocer lugares y compartir.
Una hermosa aventura, que casi no arranca:
―Fue llegar a Ushuaia y que me digan que no jugaban con las zapatillas que habían llevado, que jugaban con suela caramelo [flexible y resistente al desgaste del piso liso donde se practica futsal]. Primer día de competencia, teníamos todo, el detalle era el calzado. “No hay problema, me voy, me vuelvo a Bahía”, dije, y pegué media vuelta. ¡Se solucionó en 5 minutos! Jugamos con las zapatillas que teníamos. Se habían puesto estrictos con el reglamento del calzado y nunca lo habían mencionado…
―¿Cuentan con apoyo para este tipo de viajes?
―Durante todo ese año, hicimos fiestas de futsal, venta de lo que sea, sorteos… Entre ellas han hecho de todo para viajar. Surgió de las mismas chicas, aunque lógicamente el sindicato nos da la infraestructura, que ayuda un montón.
Hincha de Boca y de Bella Vista, el barrio en el que nació, Mercedes no se declara referente del fútbol femenino bahiense, pero lo es:
―Los medios me lo hacen sentir, las chicas me lo hacen sentir. Chicas de otros clubes que me cruzo en la calle o vienen a saludarme en un partido... ¡Es hermoso!
―¿Te reconocen algo en particular?
―Debe ser el haber estado al frente 2 años en la Liga, el haber resurgido junto a Kako Gorocito, que fue mi compañero del departamento de Fútbol Femenino. Esos años (2021-2022) fueron para mí los más importantes: volvió el fútbol femenino después de más de 10 años y se logró que 18 equipos estén jugando y compitiendo.
En ese tiempo, Mercedes estuvo “bastante alejada” de su equipo de Municipales: se hizo cargo Nadia Vázquez, actual delegada del STMBB en la Liga del Sur.
Otro gran compañero para ella fue Sebastián Barisone, quien estuvo desde sus inicios dentro de la Liga del Sur en 2018, en el Departamento de Futsal.
Una de sus enseñanzas para las más chiquitas es la constancia.
―Siempre les digo lo mismo: “El éxito es el proceso de un montón de fracasos. Sabés la cantidad de veces que tenés que remarla para llegar a esto”. Ellas recién arrancan y ni se imaginan todo lo que pasaron las más grandes para llegar adonde llegaron.
El fútbol femenino del STMBB reúne actualmente unas 50 chicas: la más pequeña tiene 13 años y la más grande, 37. Para ingresar, el único requisito es querer jugar.
―Por ahí te dicen: “¿Me puedo probar?”. Y nosotros no probamos a nadie: querés venir a jugar, jugá. Acá te enseñamos, te potenciamos.
―¿Alguna vez te discriminaron por ser mujer?
―Siempre he estado más rodeada de hombres que de mujeres. Me ha tocado estar en la Liga del Sur junto con Lili Carrió (que es dirigente de Liniers, una compañera de oro) rodeada de hombres, y verdaderamente me han hecho sentir muy bien, me han enseñado un montón. Pero nunca tuve una situación así. En lo laboral, sí: mi trabajo quizás sí es un lugar machista, pero una está preparada, se defiende, lo sabe llevar.
―¿Se contesta cuando hay una persona con una actitud violenta en la calle?
―Se actúa con tranquilidad. Siempre trato de ponerme en el lugar del otro. Hay que ver el contexto, hay que tratar de mediar en lo que respecta a tus compañeros, a la persona. Han habido situaciones, pero cada uno en su rol sabe lo que tiene que hacer.
En la calle tiene varias anécdotas. Una que aún recuerda con mucha risa la compartió con su compañera María Rosa Fernández, hoy operaria de Defensa Civil.
―Estábamos haciendo una reserva de espacio en avenida Colón 80. Recién habíamos ingresado, en 2005. Habíamos estado muchas horas y nos compramos unos chocolates. En eso, pasa una moto sin casco y ella quiere tocar el silbato para que pare pero no sale el sonido. De la desesperación, se le había tapado con el maní del chocolate. Y bué, la moto se le fue a la miércoles y cuando se dio cuenta no podíamos parar de reír.
Y relata otra de ese año, junto a sus compañeros Federico Montero y Martín Pacheco: iban en el auto por una denuncia, agarraron mal un badén, ella se dio la cabeza contra el techo y todo fue risa… Pero estuvo 1 semana con tortícolis.
―¿Recordás que fue lo peor que viviste en Tránsito?
―Al año de haber ingresado a trabajar, en junio del 2006, en el gobierno de Cristian Breitenstein echaron a los 25 compañeros que entraron conmigo. Eso fue lo más triste que viví en mis 18 años de Tránsito. Desesperante no poder hacer nada.
―¿Cuál creés que es el mayor aprendizaje que te dejó hasta ahora el fútbol?
―Es compañerismo absoluto. Hay mucha gente a la que ni le conozco la cara y me ha ayudado por teléfono, gente que ha estado en la misma competencia en otras ciudades… El fútbol es eso: conocer gente, experiencias y ver crecer a las chicas.
Un caso que la llena de orgullo es el de Julieta Romero, que se sumó al equipo del STMBB con 13 años y hoy está en Buenos Aires: el año pasado se fue a jugar a River y actualmente integra la selección argentina Sub 20.
―Es reconfortante cumplirles el sueño. Siempre digo que nosotros somos un puente. Que confíen, que vengan, que quieran integrar esto te reconforta un montón.
―¿Bahía te parece un buen lugar para este tipo de actividad?
―Debe ser lo mejor que le puede pasar a esta disciplina. Me encantaría que el día de mañana sea sede de una competencia grande. Eso sería hermoso para ellas que vienen desde chiquitas y para nosotros, los dirigentes, que trabajamos todos los días 24 horas.
―¿Los padres y las madres suelen insultar en los partidos?
―Es relativo. También alientan un montón, hay padres y madres que acompañan siempre: tenemos jugadoras que vienen desde Río Colorado, de Carhué, y viajan todos los fines de semana, hacen un sacrificio grandísimo. La familia es el otro 50%.
―¿Les ha pasado de tener que intervenir y frenar a alguien?
―Sí. Nosotros apuntamos a que ellas vengan, disfruten, lo hagan con responsabilidad. Y hemos tenido que hablar con padres para evitar esas situaciones, porque sólo las palabras de aliento y positivas motivan a la jugadora a seguir. A nadie le gusta escuchar a un padre insultar o agredir; eso no lo permitimos, de ninguna manera.
Cuando era chica, tenía en claro apenas una cosa: quería dar una mano. Y hoy siente que lo puede hacer a través del deporte.
―Lo vemos en las más chiquitas: sabés que van a estar acá, que no van a estar en la calle, que no van a aprender las cosas malas que están pasando. Se trata de inculcar valores, de decirles todo lo bueno que pueden hacer, de correr a fin de año un poco con el tema de las notas y que les vaya bien en la escuela. Pero es todo para ellas.
―¿Qué le dirías a la Mercedes chiquitita que soñaba con ayudar a la gente?
―Le diría que podría haber entrenado, ja, ja, ja. Siempre les digo a las chicas: “En mi otra vida voy a jugar al fútbol”. El estar dentro de la cancha, el logro, el abrazarse con un gol, el que se retan y después termina todo en esa cancha o en un vestuario, me encanta. No es sólo ir detrás de una pelota, es la preparación, es un todo.
Producción, videos y edición audiovisual: Tato Vallejos
Producción y texto: Belén Uriarte
Fotos: Eugenio V.
Idea y edición general: Abel Escudero Zadrayec
👀 #SeresBahienses es una propuesta de 8000 para contar a nuestra gente a través de una serie de retratos e historias en formatos especiales.
La estrenamos para nuestro segundo aniversario. Estos son los episodios anteriores:
👷♀ María Rosa Fernández, trabajadora de Defensa Civil: el poder de ayudar
👱♀️ Alicia D’Arretta, auxiliar de educación: la vida por sus chicos
🏉 Stephania Fernández Terenzi, ingeniera y rugbier: actitud ante todo
👨🚒 Vicente Cosimay, bombero voluntario: 24 horas al servicio
💁🏼♂️ Adrián Macre, colectivero y dirigente: manejarse colaborando
👩🌾 Delia Lissarrague, productora rural: aquel amor a la tierra
👩🍳 Margarita Marzocca, cocinera y jubilada: un gran gusto portuario
🧐 Walter Tuckart, tecnólogo y docente de la UNS: aplicar con clase
🚛 Evelyn Sánchez, recolectora y chofer: al volante del reciclado
🏀 Maia Richotti, docente y basquetbolera de ley: una clase de pasión local
🧠 Fernando Luciani, psicólogo, músico y docente: al son de los deseos
⚽ Sebastián Candia, estudiante, cadete y líder barrial: pertenecer al club de la contención
🚢 Andrés Castagnola, práctico de nuestra ría: guía a buen puerto
✊ Paola Quiroga, activista trans: ser quien sos es una lucha
🤗 Maximiliano Mazza, operario, exvendedor, cocinero: la inclusión se trabaja
🥁 Sebastián Lamoth, baterista, sonidista y papá: tocar con todo
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